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martes, 8 de mayo de 2018

El pensamiento crítico como herramienta para el cambio


Por Dario Solis (*)

Dicen que “toda crisis siempre es precursora de un cambio”, entonces ¿Por qué no valerse de esta herramienta para la tarea de extensión? Poner en crisis nuestro accionar, nos permite aprender para orientar los cambios que buscamos. Pensar críticamente es diferente a criticar. Te invitamos a conocer las diferencias y a descubrir como potenciar los procesos de desarrollo aprovechando las ventajas del pensamiento crítico como herramienta para el aprendizaje.
El pensamiento crítico como herramienta para el cambio
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Para acercarse al dominio del  pensamiento crítico es necesario alejarse de la idea de crítica. La crítica involucra un juicio de valor subjetivo acerca de un tema u objeto normalmente concreto. Generalmente se expresa como una opinión formal, fundada y razonada. Si bien es un acto vinculante, cuando es dirigida a otros sujetos, o a sus decisiones, puede disparar emociones encontradas que a veces llegan a separarnos. Ésta no es la idea en procesos de extensión para el desarrollo, debemos evitar caer en la connotación negativa que tiene la “critica”. Si llegamos a ese lugar es probable que la trasformaciones se detenga.

En cambio, el pensamiento crítico es un proceso de carácter racional, reflexivo y analítico, orientado al cuestionamiento sistemático de la realidad, que busca conocer los argumentos a favor y en contra, para tomar una decisión propia respecto a lo que se considere verdadero o falso, aceptable o inaceptable, deseable o indeseable. Dado que se trata de una capacidad que requiere cierto dominio para cosechar sus ventajas, debe ser ejercitada. Pero es muy importante tener en cuenta que, como el pensamiento crítico es dinámico y complejo, para poder capitalizarlo, debe ser recurrente. Si se ejercita entre varias personas su potencial es infinito y aditivo.

En tanto se trata de una capacidad, es un proceso cognitivo, de allí que adquiera un valor especial para potenciar procesos de desarrollo desde la tarea de extensión. El desarrollo no se define por lo que una persona o grupo poseen sino por lo que pueden hacer con ello. Bajo esta forma de interpretar el desarrollo, capturar los procesos cognitivos se transforma en una tarea central.

Los procesos participativos de cambio también están condicionados estructuralmente por el sistema de información y conocimiento de sus actores (en términos de P. Bordeau, por su capital cultural). Cada uno, a su manera y desde su propia experiencia de vida, tiene una “visión” y un “saber” propio para poder actuar ante una situación. Estas estructuras cognitivas distribuidas entre los actores, serán las que orienten y determinen la toma de decisiones.  Es por ello que se nos presenta la necesidad de considerar al menos dos ejes condicionantes para poder capitalizar el pensamiento crítico como una herramienta potente para el desarrollo. 

DIVERSIDAD Los actores poseemos diferencias propias basadas en nuestros intereses, nuestras capacidades y nuestras estructuras de conocimiento en relación al tema que nos reúne. 

DINÁMICA Dichos intereses, conocimiento y capacidades evolucionan de manera permanente en los actores.

A primera vista el panorama para propiciar cambios acordados se presenta como un horizonte complejo. Intereses, capacidades, estructuras de conocimientos diversos y en evolución, nos indican que las resoluciones basadas en esta estrategia, no ocurrirán de manera lineal como en una cadena de causa-efecto. Por suerte, para solucionar ésta dificultad, contamos con una ventaja muchas veces oculta en el pensamiento crítico. Nos referimos a la posibilidad de hacer preguntas pertinentes. Algo que a primera vista parece simple, pero que requiere de práctica y apertura mental.

Las preguntas pertinentes son aquellas que disparan procesos de reflexión y análisis con respecto al momento del proceso que estamos atravesando, y  nos permiten poner en crisis los planteos que ya están cristalizados en nuestras mentes. Nos abren un nuevo abanico de posibilidades, nos ofrecen multiplicidad de opciones, nos evitan caer en la simplificación mutilante, muchas veces exigida por los propios actores participantes. Además, nos permiten visualizar sobre cuáles componentes de la estructura cognitiva, estamos apoyando las decisiones.

Hagamos una analogía desde la genética para entender cómo opera el pensamiento crítico: “Imagínate a un genetista que intenta mejorar una especie mediante lo que se conoce como presión de selección de un carácter que le interesa, por ejemplo en color de sus flores. En cada generación que produce, el genetista se va quedando con los individuos que se acercan a su búsqueda, descartando el resto. Con el proceso logra avance en corto plazo para satisfacer su búsqueda, pero también va reduciendo la variabilidad genética en el conjunto de los individuos que fue seleccionando. Si en un paso siguiente deseara hacer la selección de otro carácter sobra esta base de individuos seleccionados, vería reducida su efectividad porque partiría de una población con menos opciones”.

Muchas veces, cuando no aprovechamos el pensamiento crítico y la pregunta pertinente en un proceso de desarrollo participativo, nos pasa lo que al “genetista”. Perdemos opciones. El pensamiento crítico mediado por la pregunta pertinente permite logras avances sin perder opciones de elección ya que su tarea es “abrir” opciones, más que hacer síntesis.

La construcción colectiva de preguntas pertinentes, y luego la obtención de respuestas, nos revelan la diversidad de intereses, capacidades y estructuras de conocimiento que existen en el grupo. Con ellas es posible aumentar el grado de subjetividad en el proceso de cambio, incorporando el capital cultural de los sujetos que luego deben accionar las decisiones. De no hacerlo, se corre el riesgo de construir decisiones no compartidas que terminan en el cajón de las “buenas ideas que no se concretan”, o nos conducen a una “colisión”, o lo que es peor, son “usadas en beneficio de algunos actores más poderosos” dentro del proceso. La pregunta pertinente habilita el pensamiento crítico, y éste nos ayuda a reducir los riesgos, mientras vamos “sabiendo lo que sabe el otro y entendiendo como lo aprende”.

Construyendo preguntas pertinentes.

Si tuvieras que construir preguntas pertinentes para poner en crisis este texto que estás leyendo ¿Cuáles serían?...  Te damos algunas sugerencias para elaborar preguntas pertinentes.

Una primera opción es indagar sobre la lógica que se están usando para elaborar las propuestas o idea bajo análisis. ¿Qué se pretende? ¿Qué valores están en juego con la propuesta? ¿Por qué adquiere esa forma la resolución?... son algunos ejemplos que pueden ayudarte a  iniciar el proceso.   

También podemos indagar sobre la historia o experiencia de los participantes en relación a la propuesta o idea en debate. ¿Cuáles son las acciones previas de los sujetos participantes que les permitieron obtener la experiencia en el tema? ¿Cómo les fue con esas experiencias previas? ¿Qué dimensiones de la propuesta,  están “marcadas” por las experiencias previas?

Indagar sobre los intereses que se ponen en juego, también nos ayudaran a entender y revisar las decisiones. ¿Por qué los actores están involucrados en este tema? ¿Qué aspectos del tema, y de qué manera afectan sus vidas personales? ¿Qué agendas personales se ocultan en relación al tema?

Descubrir las emociones que se ponen en juego cuando se juega a favor o en contra de la  propuesta o idea en debate, será uno de los puntos indirectamente más reveladores. ¿Cómo y quienes reaccionan ante posibles modificaciones en las decisiones? ¿Qué emociones se ponen en juego? ¿Cómo afectan estas emociones la actitud de los actores en el proceso?

La lista de opciones puede continuar. No es la idea de este texto agotarlas, sino por el contrario, mostrar que es posible estimular la generación de preguntas adaptables a cada situación bajo análisis.  Tal vez algunos promotores de cambios que quieran usar esta propuesta del pensamiento crítico mediante preguntas pertinentes, tengan que moverse de algunos posicionamientos clásicos.

Para habilitar el pensamiento crítico es necesario correrse del CONTROL del proceso para posicionarse en el ENCUENTRO, moverse del análisis REDUCCIONISTA y simplificador hacia la COMPLEJIDAD. Algo para lo que no muchos fuimos formados. Algo que puede irritarnos en principio porque opera con la lógica de los procesos caordicos, lógica que requiere ser entendida primero, para valorarla y capitalizarla.

No faltará el que diga: “pero no se puede estar todo el tiempo reflexionando, en algún momento hay que actuar”. Claro que si, el pensamiento crítico no es más que la máquina que abren camino en el bosque impenetrable de los procesos de desarrollo. Abierto el “sendero”, será cuestión de definir qué camino seguir para llegar donde se proponen. Sin pensamiento crítico los caminos son muy difíciles de ver, y por tanto, de elegir.

Pero bueno… si algo te incomoda o no te cierra en esta propuesta, solo será cuestión de aplicarle algo de pensamiento crítico. Adelante. Te aseguro que funciona. Practícalo cuando tengas cualquier oportunidad de análisis, sólo la repetición y el tiempo te convertirán en un “domador” del pensamiento crítico.

(*) Ing. Agr. Dario Solis, Docente de las asignaturas Taller de Integración de Conocimientos en Sistemas de Producción Agropecuarios y Sociología Rural de la Facultad de Cs. Agrarias UNR-Argentina.  E-Mail darsolis@yahoo.com.ar

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