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lunes, 27 de agosto de 2018

4 barreras para la colaboración


En la era de la interconexión, el desafío más difícil para cualquiera proyecto participativo es profundizar y ampliar la cultura colaborativa. Para lograrlo no solo debemos estar dispuestos a propiciar el incentivo grupal por sobre el individual, sino también ser capaces de identificar y derribar aquellas barreras que la obstaculizan. Las 4 “D” que pueden hacer la diferencia son: la distancia, la dominancia, la disonancia y el disgusto Aquí van algunas pistas para descubrirlas, saltarlas y facilitar el trabajo colaborativo.
4 barreras para la colaboracion
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En los proyectos participativos, la tarea de encontrar incentivos que premien el desempeño del grupo por sobre el individual, requiere de un acompañamiento  adecuado a las circunstancia. Un liderazgo que sepa superar las limitantes e inspire a los otros a imaginar nuevas formas de colaborar.

Si bien, como hemos comentado en otro artículo de esta blog, existen diferentes estilos de liderazgo, la tarea de propiciar el encuentro para la colaboración, también implica un análisis de las barreras potenciales que pueden estar conspirando con ella. Los obstáculos a la colaboración pueden existir en cualquier lugar y momento del proceso, en especial si el proyecto tiene ya una historia recorrida.

A manera de ayuda para poder identificar las principales barreras que pueden complicar los procesos colaborativos, abordaremos una descripción de las 4 “D” que pueden hacer la diferencia. Si las identificas en los procesos que apoyas, será necesario un esfuerzo para derribarlas. Animo! Siempre es posible si damos el primer paso: reconocerlas.

Distancia
Cuanto mayor es la distancia entre los integrante del proyecto, mayor es la posibilidad de una comunicación defectuosa. La distancia no solo refiere a la dimensión física, también existen distancias intelectuales, ideológicas, afectivas, sociales, etc. Estar lejos, fuera de la “vista”, fuera de la “mente”, implicará también la falta de contacto para el intercambio de ideas que potenciarán el proyecto en común. En un mundo cada día más virtual, el “cara a cara” aparece como devaluado.  Cuando las lógicas virtuales comienzan a dominar los proyectos, el encuentro se transforma en la opción. Solo allí podemos identificar las emociones que cimientan estos alejamientos. Si detectamos estas distancias, entonces: ¿Por qué no pedirles a los actores del proyecto que imaginen cómo construir un espacio de trabajo para fomentar el encuentro y la colaboración?

Dominio
Cuando afloran jerarquías en el proyecto, es probable que la colaboración se debilite. No importa que sean “reales” o “percibidas”, para el caso da lo mismo. El trato, la afinidad, las relaciones entre los integrantes, son los indicadores más sensibles para identificar dominancias en las relaciones entre actores del proyecto. La identificación de estos patrones de comportamiento diferenciales, asociados a una creencia de dominancia de unos sobre otros, requiere de una mirada atenta sobre lo que se “aplaude”, lo que se “recompensa”, lo que se “apoya” y las atenciones que se “dispensan”. Si nuestro entusiasmo en el proyecto hace que estos comportamientos pasen desapercibidos en el proceso, habrá que diseñar “alarmas” que los detecten. La observación participante de un integrante no involucrado en el proyecto puede ser una buena estrategia para la detección. Alguien que cada tanto, acompañe el proyecto para detectar estas situaciones.

Disonancia        
También conocido como has lo que yo diga y no lo que yo haga. Las operaciones disonantes son un reaseguro para minar la colaboración, no importa de quien emanen, en la tarea colaborativa siempre se requiere coherencia entre el discurso y la acción. Debemos ser capaces de orientar la participación. Los intercambios deben ser coordinados, claros y trasparentes.  La colaboración no es solo llevarse bien. Significa trabajar juntos creativamente y colegiadamente hacia objetivos compartidos, incluso bajo presiones, o con plazos acotados. Una buena estrategia para evitar esta barrera es organizar periódicamente con los integrantes, rondas de opiniones que permitan identificar disonancias. 

Disgusto   
En este caso nos referimos a no-estar-a-gusto, no estar cómodos en el proceso. El disgusto no solo suele ocurrir en relación con el lugar que le puede tocar ocupar a los miembros del proyecto. También ocurre por ejemplo cuando los integrantes no se conocen, profesional o personalmente, cuando no tienen idea de cómo hacen lo que hacen. En especial en proyectos multitareas, donde los integrantes no necesariamente tienen trabajos o funciones específica o excluyentes. Cuanto más sepamos sobre todos los integrantes del proyecto, no solo como personas sino también sobre las habilidades que tienen, mejores colaboradores seremos. El encuentro periódico y la retroalimentación directa, son las mejores herramientas para poner más a gusto a los participantes.  

La distancia, el dominio, la disonancia y el disgusto se traducen a veces en expresiones tales como:

…“no te veo ni te escucho”,
…“estoy en un nivel diferente al tuyo”,
…“tengo diferentes órdenes”,  
…“realmente no te conozco ni entiendo lo que haces”.

Si escuchamos estas frases deberíamos estar alertas. Dan cuenta que la colaboración está enferma.




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1 comentario:

  1. Estimado Adrián, ¿tendras un correo electrónico a donde pueda escribirte?

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