Por Adrián Gargicevich
Reconocer que toda “verdad” ineludiblemente está
influenciada por los valores culturales de quienes la manipulan, es la
afirmación que Thomas
Kuhn usó para ayudarnos a suavizar la “imposición” que las ciencias básicas asignaron
a la “objetividad” como única razón del
conocimiento. Nuestros “juicios de valor”, nuestra subjetividad nunca nos
abandonarán, siempre estarán allí para indicarnos en cada momento qué es lo
bueno/deseable/mejor, y que es los malo/indeseable/peor. Si bien en la tarea de
extensión esta realidad no pasa desapercibida, muchas veces no encontramos la
forma adecuada para construir argumentaciones informadas que nos corran de esta
imposición.
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La retórica y sus herramientas: Ethos, logos y pathos
En situaciones de apoyo al desarrollo, donde las
decisiones deben ser legitimadas por la participación, es normal que surjan
diferencias de posicionamiento ante los distintos temas que se abordan. Estas
diferencias, generalmente se expresan en los discursos, y pueden estar basadas
en “hechos”, en “valores” o en “modos de actuar”.
Si detectamos diferencias “fácticas” (hechos),
“axiológicas” (valores) o “normativas” (modos de actuar) entre los actores, habrá
que abordarlas como problema y convertirlas en oportunidades para el grupo.
Tendremos que aprender a decodificar
discursos y codificar alianzas. Una forma de lograr dicha transformación, es
trabajar con ellos en la construcción compartida de relatos que contengan
“argumentaciones informadas”. Esto ayudará a reducir las distancias.
El marco conceptual para lograr buenas
argumentaciones proviene de “la retórica”, una de las artes Griegas que ayuda a
expresar los argumentos. Para valernos de la retórica deberemos trabajar cada
uno de sus tres componentes esenciales.
1-
Logos: El mensaje en sí, la palabra, el discurso. Aquí el
foco de atención debe estar puesto en la coherencia, la claridad y el contenido.
La información que abordemos tendrá un papel preponderante. Por ejemplo, en el
caso de que estemos intentando persuadir, el logos es el razonamiento lógico
detrás de las afirmaciones del orador.
2-
Pathos: la
emoción (de allí deriva el término empatía) que apela a los valores,
sentimientos y creencias más firmes de los destinatarios del mensaje. Se usa
para empatizar y despertar la imaginación de la audiencia. Recordemos que el
poder de las emociones en la tarea de innovar es un factor
imprescindible para el cambio.
3-
Ethos: la
posición, reputación y confiabilidad de quien presenta la información
contribuirán en la confianza y el respeto. Para que los argumentos sean
efectivos, no basta con hacer un razonamiento lógico. El contenido también debe
ser presentado de manera confiable para convertirse en creíble.
En nuestra tarea como profesionales de la
extensión, generalmente damos más importancia al logos y el pathos, relegando
al ethos a un segundo plano.
Cuando esto ocurre, dada la peculiaridad discursiva de nuestra profesión, puede posicionar nuestro trabajo en terrenos
dificultosos o poco efectivos.
Para asegurar las argumentaciones informadas que
nos permitirán acercar las diferencias, resulta particularmente importante
poner especial atención en el último de los tres componentes, ethos. Cuando participamos discursivamente, debemos evitar que nuestros
sesgos, preferencias y valores (producto de nuestra formación, generalmente
positivista), frenen la posibilidad de ejercer un adecuado nivel de autorreflexión
crítica frente a la elección y uso de términos que para nosotros pueden parecer
“neutrales”.
Una buena estrategia es probar nuestra
construcción dialéctica con personas que no pertenecen al ámbito del tema que
nos moviliza. Seguramente sus devoluciones, consultas, dudas, actuarán como
“espejos” en el que tendremos que “mirarnos” para pensar si los términos que
usamos generan las respuestas que esperaríamos…y si esto no ocurre, cambiarlos.
Recordemos que al comienzo del artículo nos
aprovechamos de la idea de Thomas Kuhn que sugiere suavizar la imposición de
las ciencias básicas acerca de la “objetividad” como única razón del
conocimiento. Las
personas fijamos nuestras creencias usando diferentes métodos,
sin embargo los profesionales tenemos la tendencia a pesar que el método
científico es irrefutable y nada lo supera. Cuando no tenemos capacidad crítica
para relativizar este paradigma, estaremos justo donde no deberíamos estar para
crear las “argumentaciones informadas” que acerquen las diferencias
detectadas.
El mensaje solo es una parte
Un lugar frecuente y generalmente poco efectivo
en nuestra profesión suele ser suponer que, conociendo el punto crítico
(logos), los acuerdos y las soluciones se consiguen articulando una retórica
adecuada, de la mano de un discurso que apela a las emociones (pathos), en la
voz de un referente confiable (ethos). Generalmente las cosas no cambian bajo
ésta lógica, si así fuese todo sería un problema de retórica en base a buena
información.
Los cambios son producto de la acción, y la
acción producto del conocimiento. Como hemos propuesto en otro texto, no
debemos confundir información y conocimiento. El conocimiento es
en definitiva el que habilita el cambio. Una buena retórica solo nos asegurará
que la información (mensaje) no sea un escollo en el camino de generación del
conocimiento. Pero por sí sola no impulsará el cambio.
Ahora bien, como el “conocimiento” es una
capacidad intransferible y relativa a cada participante, se abre aquí otra
serie de consideraciones para nuestra tarea. A manera de modelo mental, la
visión que las personas tenemos del mundo, se encuadra en un sistema personal
que le da sentido. Esta visión se reconstruye constantemente a través de
componentes “codificados”, que podemos recuperar de textos o imágenes que
recibimos y que aportaron a nuestro conocimiento; pero también de componentes
“tácitos”, tales como nuestros modos de percibir a partir de las experiencias,
opiniones y preferencias personales o comunitarias. Estos últimos elementos son
los que actúan como filtros sensoriales, y hacen que cada uno de nosotros tenga
una percepción sesgada de la realidad. Por tanto, ningún mensaje operará de
igual manera en cada persona.
Las decisiones que tomamos no se basan solo en
componentes codificados. Entonces, como profesionales de la extensión no
deberíamos propiciar cambios en base a estrategias que consideran solamente nuestro
marco formativo, nuestras preferencias, intereses y valores. Para cada nuevo
hecho que abordemos, una buena estrategia es recordar que somos seres
racionales, pero solo en el contexto de nuestra representación (modelo mental)
de la realidad que nos rodea. La empatía debería ser la capacidad que necesitamos
“convocar” para que nos ayude, entonces…a
copiarse, demos rienda suelta a la empatía!
Apuntes para ajustar el diseño de nuestra tarea
La propuesta de análisis de este artículo da
mucha “tela” para explayarnos en los aspectos de comunicación. Como no soy
profesional en el tema, trataré de convocar especialistas para que nos ayuden a
profundizarlo. Si tú eres profesional de
la comunicación y te interesa compartir reflexiones que nos ayuden a
profundizar el tema por este medio, no dudes en contactarme para producir algún
aporte.
Por ahora solo trataré de dejar un listado
incompleto de consideraciones para ayudarte a poner en marcha estas ideas:
·
La información será un insumo importante para el
cambio, pero no siempre será el factor limitante o determinante para la toma de
decisiones.
·
La producción y oferta de información
especializada puede ser irrelevante o hasta contraproducente si las decisiones
dependen más de los contextos socioeconómicos no contemplados.
·
Las decisiones involucran juicios de valor, por
lo cual, decidir que constituye un problema o no, implica un posicionamiento
político ideológico no neutral. (…mi situación al escribir esto, refleja este
punto).
·
La interacción mediante la
investigación-acción-participación permite a los profesionales tomar conciencia
de esas diferencias y del papel de los sesgos, preferencias y convicciones personales en juego.
Por eso, “creo” que nuestra tarea es más consistente
si podemos convertirnos en decodificadores confiables de información técnica, y
en codificadores de las inquietudes que les permitan a los actores tomar
decisiones conjuntas, y les ayuden a generar el conocimiento que los movilice
en la acción. Una tarea considerablemente más compleja que la tradicionalmente “instituidas”
en la profesión extensionista.
…continuará.
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Un excelente aporte, muy claro y sólido. Sobre comunicación (en lo que tampoco soy experto), visto desde el funcionamiento neuronal complejo, valdría la pena plantearse que la retórica bien equilibrada podría empoderarse mucho si se construye desde la premisa de "entender" en lugar de la de "contestar"... Podría hacerse un tema complementario. Saludos
ResponderEliminarMuchas Gracias por tu comentario. Por supuesto el tema da para mucho...de echo me propongo continuarlos con la ayuda de los comunicadores amigos. Muy buena tu consideración de estar más atento a "entender" que "contestar"...por algo dice el refrán que tenemos 2 orejas y 1 sola boca...es más difícil escuchar que hablar. Gracias! Sigamos EN-RED-ANDONOS!
ResponderEliminarsumaría .. INTENSIÓN !!
ResponderEliminarGracias Miguel!. Si claro, la INTENSIÓN estará alimentado siempre los procesos y lo INTERESES que sostienen nuestras intenciones, si son compartidos, serán cruciales para el contacto.
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