Por Adrián Gargicevich
Cuando trabajamos para el
“desarrollo” la necesidad de hacer uso de procesos de facilitación nos enfrenta
con la exigencia de elegir al menos entre dos modelos procedimentales:
“procesos libres” o “procesos guiados”. Este tipo de elección puede ponernos en
tensión como facilitadores. ¿Cuál es la mejor estrategia para permitir una
participación genuina y democrática? ¿Cuál es la que mejor logra empoderar a
los actores?
¿Qué tipo de facilitación usar: libre o guiada? https://redextensionrural.blogspot.com/2020/02/que-tipo-de-facilitacion-usar-libre-o.html |
El dilema adquiere importancia si
aceptamos y predicamos la idea de que crecer no es igual a desarrollarse. El desarrollo no se define por lo que una
persona o un territorio tienen, sino por lo que puede hacer con eso. Entonces ¿cuáles estrategias facilitan más
el desarrollo? Aquellas que son más libres, menos guiadas o pautadas con máxima
flexibilidad y escucha empática por parte del o la facilitadora (huyendo así de
modelos o técnicas que reduzcan complejidad)….o aquellas que se ejecutan en base a un recorrido prediseñado, con un
modelo, con herramientas y contenido específicos, ordenadas y protocolizadas que arrastran riesgos de
simplificación cuando se hace facilitación para la innovación personal o
colectiva?
Ambas opciones tienen ventajas y
desventajas. Podemos predecir
los cambios pero no todo el camino. Hay que dejarle un espacio a la sorpresa.
Debemos estar dispuestos a flexibilizar y adaptar los métodos a la singularidad
de los diferentes contextos y a la sensibilidad de los participantes, pero
también no podemos despreciar nuestra experiencia como facilitadores. Para que la colaboración sea efectiva,
también hace
falta un poco de tensión y desacuerdo. La tensión no se reduce a elegir
entre binomios opuestos: entre lo tácito y lo codificado, entre las personas y
los métodos, entre lo complejo e irreproducible y lo sencillo y replicable.
Cada negociación implicará un costo.
Si optamos por procesos de facilitación libres bajo la
hipótesis de empoderar al grupo, donde se estimule la complejidad durante el análisis,
se usen dinámicas en apariencias menos gestionadas, donde no se reconfiguren
tiempos, temática, separadores u organizadores de contribuciones, donde se auto-gestione
la espontaneidad, es probable que con suerte el efecto sea de corto plazo y el
empoderamiento dure lo que dura el encuentro, pero no se estén democratizando
los procesos, empoderando al grupo de manera sostenida. Esto se evidenciará
cuando ante una situación similar, el grupo no pueda auto-gestionar el proceso
exitosamente como producto de haber practicado y aprendido como lograr
resultados similares.
Las dinámicas abiertas, con
entornos de complejidad creciente, producen
efectos positivos en el empoderamiento de los participantes solo sobre la base de una percepción “aparentemente” menos
gestionada. Solamente logran ser bien canalizadas si existe un facilitador/a
con mucha experiencia, capaz de gestionar de manera “oculta” el proceso. El
grupo, sin visualizarlo trasladará el poder al consultor/a que logrará la gestión
mediante la facilitación convirtiéndolo en una especie de “hechicero”
imprescindible para entornos con tantas complejidades, difíciles de administrar
y, en consecuencia, difíciles de replicar sin su intervención. Si así ocurre,
el empoderamiento no existirá más que en la mente de los participantes y no se
habrá trabajado para el desarrollo otorgando capacidades para producir cambios
auto-gestionados e independientes.
Si optamos por procesos de facilitación guiados los mismos
podrán simplificar los pasos, registrarlos, evaluarlos, reproducirlos,
contrastarlos, ceñirlos a un protocolo que después el grupo pueda apropiarse para
replicarlo en ausencia del facilitador. Se podrá reducir la complejidad de manera
deliberada para permitir intervenciones críticas, divergentes pero no catárticas.
Pero la tarea
de un facilitador solo será efectiva si permite conectar, enlazar,
acompañar las ideas que se requieren para lograr innovaciones en los trabajos
grupales o colectivos.
En este tipo de procesos, el
facilitador debe asumir varios roles si no quiere traicionar la propuesta de trabajar para el
desarrollo.
A- El facilitador como ARQUITECTO: en la etapa de planificación de la acción grupal, es quien
reúne información y ayuda a definir el propósito, los resultados esperables de
la facilitación, diseña agendas firmes pero flexibles que ayuden al grupo.
B- El facilitador como PILOTO: acompaña al grupo, verificando requisitos y necesidades,
asignando roles, explicando la agenda acordada y las reglas de acción para el
trabajo conjunto. Bajo este rol también le corresponde recordar a los
participantes hacia dónde se dirige el grupo y mostrarles el mapa para el
destino, y por qué no, ser capaz de modificar el recorrido en función del ánimo
del grupo.
C- El facilitador como GUÍA aquí su función es ayudar al grupo a atravesar
momentos de pánico, dudas o desacuerdos, otorgando confianza al grupo para
afrontar los desafíos y tomar buenas decisiones.
Ventajas y
desventajas de ambos enfoques de facilitación
A manera de resumen para la toma de decisiones la siguiente matriz
contiene un listado acotado de ventajas y desventajas de los caminos
procedimentales para la facilitación. Se construyó considerando de qué manera (generalmente)
transcurren los Tiempos, los Procesos, las Relaciones, y los Productos. Su
lectura, previa a la elección de los procedimientos de facilitación, puede
ayudar a decidir prospectivamente cuál es la resultante deseada para el proceso,
seleccionando así herramientas de facilitación propia a uno u otro de los
caminos.
FACILITACIÓN LIBRE
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FACILITACIÓN GUIADA
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VENTAJAS
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-Se desarrolla sin limitaciones de tiempo
-Facilita la recuperación de la complejidad
-Permite el empoderamiento
-Favorece la espontaneidad
-Opera desde la flexibilidad
-Genera multiplicidad de opciones
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-Permite organizar los tiempos y los procesos
-Ordena roles y funciones
-Simplifica/unifica la diversidad
-Se pueden protocolizar
-Genera productos acotados pero consensuados por
el grupo.
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DESVENTAJAS
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-Los tiempos en el proceso son inciertos e
impredecible
-Los procesos son caóticos
-Las relaciones son informales e inestables
-Genera miedo, ansiedad, sensación de colapso
-Los productos son indefinidos e irrepetibles
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-Los tiempos son inflexibles
-Los procesos son rígidos y poco creativos
-Las relaciones son acotadas y condicionantes
-Genera opresión, severidad, sensación de control
-Los productos son rígidos
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Hibridando las estrategias
La facilitación libre y la
guiada, normalmente son contrapuestas como el “caos” y el “orden”. Se las suele
presentar como antagónicas siendo pocas las oportunidades que tenemos para verlas
como complementarias. Entender cómo opera esta contradicción en los
procesos organizacionales, puede
ayudarnos a potenciar su desempeño. Ambos tienen sus ventajas y desventajas, el
secreto está en descubrir el valor
del espacio CAORDICO que habita en la intersección de ambos enfoques.
Debemos asumir a las
organizaciones desde una visión caórdica, donde conviven en simultaneo el caos
y el orden, lo cual supone paradojas y conflictos. Habilitar en las
organizaciones una armoniosa combinación de caos y orden puede dar como
resultado el surgimiento de innovaciones creativas para su desempeño.
Es precisamente en el espacio
caórdico, adonde los miembros de las organizaciones pueden encontrar el camino
para transitar desde la apatía o el desinterés, hacia la creación y el sentido
de pertenencia. Allí los estilos se combinan y permiten a los integrantes más
propensos a uno u otro extremo, encontrar un término medio donde poder expresar
lo mejor de cada uno. Porque no se encuentran en el dominio del opuesto, sino
en uno que es común. En la medida que nos alejamos del espacio caórdico, las
peores cualidades del caos o del orden, dirán “presente” en la organización.
Un análisis cuidadoso acerca de
cómo y por qué los participantes se inclinan por una de estas dos preferencias
procedimentales te ayudará para buscar el justo medio para lograr la
hibridación de herramientas de ambos caminos.
Si combinamos técnicas y modelos podemos cubrir más territorio cognitivo
y emocional sin renunciar a la diversidad/flexibilidad, ni a las estructuras
que facilitan su replicabilidad. Para definir la combinación de herramientas,
el “punto crítico” a observar será la capacidad de otorgar poder al grupo. Ni
tanta rigidez que impida la expresión y participación
genuina, ni tanta libertad que impida el registro y aprendizaje
procedimental para repetir la estrategia en otra situación.
Bibliografia consultada
Adrián: excelente tu artículo!
ResponderEliminarMe gustó lo de Visión caørdica.
Creo que en los procesos de extensión, cómo en otros se hace necesario hibridar teorías y formatos, atendiendo a las características del lugar y de los participantes.
Muchas gracias Nora C, coincido con tu apreciación. Frente al diseño de una actividad de extensión, frecuentemente tenemos en nuestras cabezas un formato "tipo" para organizar el momento. Si lo aplicamos sin dimensionar su efectividad en función de "las características del lugar y los participantes" como bien citas, estaremos afectando nuestra propia atribución (https://redextensionrural.blogspot.com/2019/09/la-brecha-de-atribucion-en-la-tarea-de.html) para el cambio. Gracias sigamos EN-RED-ANDONOS!!
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