La reciprocidad mente-mundo puede
afectar la efectividad de nuestros dispositivos para facilitar innovaciones.
Miramos, vemos e inferimos dónde mirar a continuación para que el mundo siga
apareciéndonos comprensible. Si no hacemos consiente este proceso que usa
nuestro cerebro para ahorrar energías, es probable que las cosas no cambien. El
pensamiento predictivo nos acompaña como nuestra sombra cuando diseñamos
dispositivos para el cambio. Si quieres propiciar innovaciones deberás ser
capaz de “saltar” esta trampa. Aquí va algo de información para hacer
conscientes estas estructuras mentales y ser más efectivos al momento de promover
innovaciones.
W. Churchill decía “El hombre
construye edificios, luego los edificios le dan forma al hombre”. Cuando
transformamos el entorno, transformamos también nuestra mente y viceversa. Existe pues una
relación recíproca entre nuestra mente y el mundo. Primero, el mundo actúa
sobre la mente para proporcionar el catálogo de impresiones sensoriales que
almacenadas en nuestra memoria servirán para construir la materia prima con la
que desarrollaremos las inferencias, que en definitiva serán nuestra
interpretación del mundo. Mientras tanto, nuestra mente actúa sobre el mundo
para que nuestro comportamiento cambie, o controle, el flujo de sensaciones
para que estas encajen con el modelo interno responsable de esas inferencias.
Este es el circuito cerrado e incesante de acción y percepción: miramos, vemos
e inferimos dónde mirar a continuación para que el mundo siga apareciéndonos
comprensible.
Pero
cuando queremos innovar este circuito debe ser roto. Si no “las cosas”
seguirán acomodándose para coincidir con
nuestros esquemas de predicciones y reducir así la energía necesaria para
aceptar lo nuevo. Aunque parezca raro, termina siendo una cuestión
termodinámica. Y para que todo esto no
“se rompa” nuestro cerebro hace uso permanentemente del pensamiento predictivo. Una pequeña “maquinita” que trabaja sin
hacer ruido la mayoría de las veces.
¿Cómo funciona el pensamiento predictivo?
Nuestro
cerebro es una caja cerrada que se conecta con su entorno mediante los
sentidos. Los sentidos actúan como vías de acceso para la comprensión del
entorno y de uno mismo. Pero el vínculo no es directo. La vista no traduce
imágenes, el olfato no traduce olores, el oído no traduce sonidos, etc.
En
realidad, cada sentido activa un bucle de relaciones que conecta
recurrentemente “lo material” del entorno, con nuestras “condiciones sociales
vividas” y con los “modos de pensar, atender y razonar” que ejercitamos. Cuando
miras, no ves necesariamente lo que otros están viendo. En realidad ves algo
“bastante similar” pero que te afecta de manera diferente según tu estatus
social adquirido, y según tu estructura de conceptualización construida en tu experiencia
de vida en relación con dicho objeto.
Casi
seguro te habrá pasado alguna vez haber sentido un perfume, o un olor que
automáticamente te remontó a un hecho que impactó tus emociones. Y cuando
vuelves a sentirlo, te trasladas a ese momento con igual emocionalidad. Esto se
debe a que el olfato y la memoria están ligados en el cerebro... Las memorias sensoriales
se establecen conectadas a otros sucesos simultáneos y por ello evocan emociones…
“como el olor a salsa de la casa de la abuela”.
Estos fenómenos de registros en nuestra memoria, se refuerzan luego mediante procesos de resonancia afectando (o construyendo) la realidad que percibimos. Para entender cómo opera un proceso de “pensamiento predictivo” y poder ver como eso afecta la innovación, tendremos que valernos de las 3 dimensiones que inconscientemente ponemos en juego para definir lo que creemos es la “realidad”: la percepción, la predicción y la materialidad.
El gráfico
permite comprender cuál es el circuito de reforzamiento recurrente que usamos
para construir la realidad. Por cierto, también sirve para entender los
“relacionamientos” que construimos y sostenemos entre las personas. Tenemos
tendencia a sostener mejores relaciones, constituir
“tribus”, con aquellas personas que
refuerzan esa creencia.
El
paradigma del pensamiento predictivo,
postula que nuestra percepción no es la captación pasiva de una realidad
externa objetiva. Sino que es un proceso de inferencia activa, una especie de
alucinación controlada que depende de una interacción efectiva entre las
inferencias generadas a nivel central en nuestra mente y la información
sensorial captada por nuestros sentidos. Este paradigma es una propuesta que
surge de la neurociencia teórica en la que se acepta que los procesos de
percepción, acción y aprendizaje están íntimamente ligados, al considerarse
como tres elementos fundamentales de un circuito. Dicho circuito ejecuta una
forma de inferencia Bayesiana sobre la
información sensorial que se recibe del ambiente.
Es
una especie de bucle continuo. El modelo infiere y aprende qué modelo interno
del mundo en nuestras representaciones neuronales predice y explica los
aspectos del ambiente que son causa de nuestras continuas percepciones. ¿Resulta
difícil de entender? Hagamos un ejemplo.
La reciprocidad
entre el mundo y la mente
Veamos
una situación ficticia de pensamiento recurrente. Estás en
la estación esperando el colectivo que viene desde otro lugar lejano y que te
llevará de regreso a casa. Llueve muy fuerte desde hace tiempo, el colectivo
está un poco demorado en su horario de llegada, y comienzas a preocuparte,
seguro llegarás más tarde de lo previsto. Tomas el teléfono y avisas de la
situación a los que te esperan aunque no sepas los motivos de la actual demora.
Como
existe una relación recíproca entre nuestra mente y el mundo, es “muy probable”
que, aunque la correlación no implique causalidad, tu cerebro evite el camino
de corroborar los signos causales. Primero, el mundo actúa sobre la mente para
proporcionar el catálogo de las impresiones sensoriales que almacenadas en
nuestra memoria formarán la base de la inferencia que es finalmente nuestra
interpretación del mundo (percepción: la
hora, la lluvia, el tiempo que hace que llueve, etc.). Mientras tanto, nuestra
mente actúa sobre el mundo para que nuestro comportamiento cambie o controle el
flujo de sensaciones de modo que encajen con el modelo interno responsable de
esas inferencias (predicción asumimos
que la demora es causa de la lluvia y que las condiciones del camino restante
serán iguales por lo que la demora se incrementará; materialidad llamamos a casa avisando que la demora será mayor aun).
“Me preocuparía que en casa se alarmen de
mi demora”. Así nuestra mente actúa sobre el mundo para que nuestro
comportamiento cambie, o controle, el flujo de sensaciones para que estas
encajen con el modelo interno responsable de esas inferencias.
Este
es el circuito cerrado e incesante de acción y percepción: miramos, vemos e
inferimos dónde mirar a continuación para que el mundo siga apareciéndonos
comprensible.
El pensamiento
predictivo y la innovación.
Estar
atentos a las trampas que pueden tendernos los pensamientos predictivos cuando
diseñamos estrategias de apoyo a la innovación, es una tarea que como
promotores, podemos atender y
desarticular. Ahora que sabemos cómo funciona el triángulo del pensamiento
predictivo estamos en mejores condiciones de actuar como “alarmas” en el
proceso. A continuación dejo algunas dimensiones de análisis para estar atento
y observar durante los procesos de apoyo a las innovaciones.
Las experiencias vividas muchas
veces condicionan al devenir (eso ya lo viví… ya sé cómo sigue…) y cuando esto
ocurre, no somos capaces de reconocer y aprovechar para los aprendizajes, las
ventajas que ofrece el carácter situado y singular de una experiencia. Debemos lograr
recuperar el sentido hermenéutico de la experiencia si queremos que se
transforme en una herramienta de cambio que no discrimina. En el texto La
oportunidad de un cambio de enfoque sobre la experiencia en las prácticas de
extensión encontrarás pautas para cuando identifiques que la concepción
tradicional de la experiencia, se transforme en un componente central del
pensamiento predictivo que frena el proceso de innovación.
Los prejuicios, si bien nos salvan
muchas veces de situaciones conflictivas, es necesario desarrollar mecanismos
de detección temprana de sus efectos negativos, y estar preparados para
construir estrategias adecuadas que nos abran el camino sobre la “muralla” que
muchas veces se construyen con ellos. En el texto La
muralla del prejuicio encontrarás una guía con 3 pasos simples para
desactivarlos si los prejuicios forman parte del pensamiento predictivo que
necesitas desarticular para innovar.
El imaginario (predicciones). La
flexibilidad también forma parte del éxito. Trabajar en el apoyo a procesos de
innovación requiere reconocer que el viaje no será en línea recta y con pocas
estaciones. Habrá que disponerse a entender que será un viaje orientado; con
esquinas que se bifurcan y nos obligan a
decidir cambios de direcciones, con paisajes diferentes a los imaginados, algunos inesperados. Como la vida misma. En el trabajo profesional de apoyo a procesos
de innovación, la efectividad de lo planeado también será función de nuestra
flexibilidad procedimental. Somete los imaginarios a rigurosos
cuestionamientos. No les des la oportunidad para que se apoderen del
proceso. Ellos también integran el pensamiento predictivo.
Esta propuesta intenta advertir sobre cómo la reciprocidad mente-mundo puede afectar la efectividad de nuestros dispositivos para facilitar innovaciones. Ahora sabemos que miramos, vemos e inferimos dónde mirar a continuación para que el mundo siga apareciéndonos comprensible. La oportunidad de “saltar” y propiciar innovaciones dependerá de si somos buenos censores para detectar y activar las interrupciones necesarias en el circuito del pensamiento predictivo.
Bibliografía consultada
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Me encantó el artículo. Felicitaciones
ResponderEliminarGracias!
ResponderEliminarExcelente iniciativa de Extension para Extensionistas, y el articulo.
ResponderEliminarCLA RÍ SI MO ... y tan necesario que es darnos tiempo para repensarnos!!
ResponderEliminarGracias!... Apostar a repensarnos con calma siempre...muy buena sugerencia!
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