Cuando vemos como extensionistas que no logramos el cambio
por el que trabajamos, muchas veces intentamos justificar la situación pensado
que la causa es la resistencia al cambio que reside en el “otro”. No obstante,
frecuentemente, esos “otros” se consideran a sí mismos abiertos, con ansias de
crecer, cambiar, ser mejor.
Cambio, acción y reacción |
Ambos –críticos y criticados- formamos parte de un gran
sistema que lucha por el equilibrio y la conservación. Cuando peleamos por
mejorar algo realizamos permanentes esfuerzos e invertimos cuantiosos recursos
en proyectos de mejora, pero en el impulso por producirlos, nos olvidamos de
una pregunta clave y determinante: ¿Qué
es lo que el sistema que pretendemos cambiar está conservando?
"La historia es
un proceso de transformación por la conservación", dijo el biólogo Humberto Maturana. La falla de la mayor parte de las estrategias de cambio,
reside en combatir ciegamente los procesos de equilibrio, en lugar de tratar de
entender aquello que se pretende conservar. Lograr un cambio permanente,
requiere comprender que los sistemas están gobernados por el principio de
conservación.
Por ello, un estrategia que proyecta cambio efectivos no
solo debe visualizar lo nuevo, lo distinto, sino que también debe considerar y
entender aquello que el sistema desea conservar. El diseño de estrategias de
cambio efectivas siempre parte del reconocimiento de lo que no se cambiará.
Destina un tiempo prudencial a dicho análisis, no sea que el entusiasmo por la “acción”
te deje solitarios parado en el campo de la “reacción” del sistema.
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