Por Adrián Gargicevich
Creer y crear son dos verbos que tienen en común la incertidumbre y la apuesta
por el futuro. La innovación también es incertidumbre y futuro. Tal vez por eso
sean éstos los dos verbos que tenemos que proteger durante nuestras
intervenciones. Para ayudar a innovar es necesario creer en la gente y crear un
proceso propio y único. Si cambiamos la forma de ver las cosas, las cosas
cambian de forma.
Igual que en las papirolas, en la innovación se resumen las creaciones
y las creencias. Apoyar un proceso de innovación es similar a construir una
papirola, se requiere de paciencia, imaginación y una buena dosis de habilidad.
Pero sobre todo requiere creer en la
gente y estar dispuesto/a a crear algo
nuevo, que surja desde el llano. Como el papel que le dio origen a estos
dinosaurios.
Proteger la creencia en la gente implica disponerse a salir de los
prejuicios y liberar lo que está sujeto. “Los hombres no se perturban por
las cosas, sino por la opinión que tienen de éstas” (Epícteto). La eficacia de nuestra tarea como promotores
de las innovaciones puede quedar limitada si permitimos que los “sujetos”
quedemos “sujetados” a los pre conceptos. Generar un entorno liberador de
prejuicios es una receta necesaria para que el cambio pase por la construcción
conjunta. Explorar las opiniones de los demás, animarse a un entorno de
crítica, dejar espacio a las perturbaciones, en otras palabras sacarnos las
etiquetas con las que las personas nos clasificamos, es proteger la creencia en
la gente. Anímate a la crítica, a partir de ella se logrará un diálogo más
fluido y efectivo. La crítica es un “regalo” que hay que poner en valor, ofrece
puntos de vista que no percibimos, ayuda a empatizar, conocer y entender al
otro, revela que formamos parte de los intereses o curiosidad de los otros,
sincera y también muestra las diferencias. Diferencias que hacen que el mundo
no sea aburrido. “Nadie dijo nunca todo está perfecto. Inventemos el
fuego." (Fran Lebowitz). Cada intención, cada logro, ha surgido del
descontento, no de la comodidad.
Proteger la creación de un nuevo
proceso es dar forma a una idea, verla nacer, crecer. Como ocurre con los hijos.
Es estar atentos y dispuesto a habitar un espacio donde no hay confort ni
comodidad, sin escalas ni guías, un camino incierto y probablemente duro, y por
supuesto mucho más abierto. Recuerda que cada proceso es único e irrepetible,
te dejará enseñanzas pero no necesariamente podrás replicarlas en otros. Es justamente en este
espacio incierto donde surge la creación… ¿No resultó ser lo que imaginabas?...
¿Y por qué habría de ser un hijo Ingeniero en lugar de Músico como salió?. Los
procesos también tienen vida propia. No tratemos de avizorar el próximo paso todo
el tiempo, dejemos un espacio para la sorpresa. Apoyar procesos participativos
de innovación es predisponerse a aceptar los recorridos que se decidan. Y es
esa creación del recorrido la que espera ser protegida. Libera el proceso, no
lo amarres fuertemente a tus otras experiencias, apuesta a su autopoiesis,
los procesos pueden reproducirse y mantenerse por sí mismo. Protégelos!
Muchas veces perder es ganar. En manos del artista, pierde el papel su perfección para crear una papirola que te permite creer. También es bueno saber que la ecuación inversa funciona, creer es crear.
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Muy buen aporte al trabajo de los extensionistas. Me da pie a dejar un link a un fragmento de una película para reforzar parte de lo aquí expuesto. Saludos!
ResponderEliminarhttp://youtu.be/BD4HKeBTFak
Excelente hallazgo... muy oportuno y complementario para el tema propuesto. Gracias Mauro!
EliminarMuy bien! Esperanza... Creo que sobreviviremos si creamos una forma detalladamente sutil y con pasión por crearla. Creyendo en lo que creamos. Gracias. A seguir a seguir!!
ResponderEliminarMuchas gracia por el comentario!
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