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jueves, 29 de octubre de 2015

Eso que aparece cuando buscaba otra cosa


A todos nos ha pasado estar buscando algo perdido entre nuestras cosas y de repente, sin desearlo, encontramos esa “otra cosa” que nos llama más la atención que lo que buscábamos. Nos sorprende por inesperado pero también por necesario. En aras del desarrollo sería deseoso también que ocurriera lo mismo. Si estamos desesperados buscando “el dato” que sustente técnicamente el producto deseado, deberíamos sorprendernos también por los efectos en la gente durante el camino.
Entre tecnicismos y sujetos se cuece la olla del desarrollo. ¿Cuál de los dos ingredientes te movilizan más en la tarea de extensión? Las leyes de la termodinámica nos explican que los “equilibrios” son necesarios y a la vez inevitables. Para lograr el equilibro entre la mirada técnica y la mirada sobre los sujetos se requiere tener algo de experiencia y algunas alertas tempranas para reorientar los desvíos. 
Es común que los planes de desarrollo estén condicionados por la urgencia, el papel que jueguen los técnico y el dato, como “grial sagrado” para el cambio. Un cuidadoso, rápido y preciso método de diagnóstico que arroje los datos que orienten acciones de cambio,  garantizarán las posibilidades de éxito. Este enfoque aparece cuando la “cultura del producto” se impone sobre la de los “procesos”. Si la mirada que predomina es  tecnocrática, es probable que nos equivoquemos aferrándonos al dato como motor para lograr los resultados. Un alerta que se puede usar para relativizar el valor que le asignemos a los datos como motores del cambio, es estar atentos a no confundir “producto” con “resultado” en las acciones de desarrollo. 
Los métodos para conseguir los datos pueden arrastrar fallas de enfoque interdisciplinario, sesgos de tiempo, espacio, género, clase y otras más. Incluso un débil reflejo de los discursos que ocurren durente el proceso de búsqueda. Muchas veces se logran diseccionando la realidad y por lo general mediante una interpretación estática que destruyen las ricas dinámicas en las que se desarrollan. No obstante estas limitantes, los datos no perderán su condición de “indispensables” para que seamos eficientes y efectivos desde la visión técnica. Para los “cultores del producto” los datos tranquilizan porque logran “etiquetar” de manera acordada la realidad. Con los datos en la mano, se siente la sensación de haber acomodado lo que estaba en desorden. Y si todavía no los conseguimos, seguiremos buscándolos… 
Así, de a poco, sin malas intensiones, se va anulando el valor de los sujetos en los proceso. Es lógico que así ocurra si lo que estamos buscando son fórmulas generales y tendencias únicas. A cambio estaremos perdiendo la posibilidad de capturar las ventajas de la diversidad y heterogeneidad que habitan en la sociedad, y que seguro constituirán las fuentes de energía para la transformación. Tal vez por eso los proyectos de desarrollo “fallan”. Las sociedades no buscan el “desarrollo” partiendo del dato como propone este tipo de abordajes que critico.
Para mejorar esta situación no se propone el otro extremo. Por el contrario, lograr el equilibrio entre el “tecnicismo objetivista” y la “subjetividad transformadora” es una opción más inteligente. Para alcanzarlo, las herramientas y técnicas metodológicas que usemos deberán ayudarnos a establecer un diálogo abierto con los actores involucrados evitando los sesgos antes citados. Los técnicos deberemos lograr la destreza para “encontrar” un equilibrio que nos permita un adecuado nivel de precisión de los datos que caracterizarán los productos, pero sin opacar la mirada sobre la gente que será la que potencie los resultados. Así, el desarrollo aparecerá como el conjunto de propuesta que los propios involucrados ejercemos en una región, al margen de las políticas que intentan direccionarlo…no digo que las políticas no tengan posibilidades de lograr desarrollo…digo que lo logrará mucho mejor si se basan en lo que está pasando entre los sujetos, que en los datos que buscamos para describir la realidad. Datos y realidad que siempre resultarán filtradas por la mirada del observador.
Quizás el resultado aparezca como eso inesperado pero necesario que encontramos cuando buscábamos el dato. Si no nos damos cuenta y perdemos esta oportunidad de detectarlo en las “huellas” que vamos dejando, no tendremos opciones para retomar el camino y para avanzar en los laberintos del desarrollo.
Los diagnósticos rápidos y participativos, aplicados en entornos de procesos de investigación, pero también de acción, nos permiten lograr el nivel óptimo de ignorancia que alimente los resultados en el camino. Nos permiten el equilibrio entre el “tecnicismo objetivista” y la “subjetividad transformadora”, sin perder de vista y descubriendo todo aquello que no buscábamos, pero que transforma. Porque allí está la riqueza y el sustento de un proceso de desarrollo durable para una comunidad.
Del producto al proceso, del objeto al sujeto, de las simplificación a la diversidad, son los 3 movimientos que debemos tratar de orientar cuando trabajamos en un proceso de desarrollo. Buscando y dejándonos sorprender por lo inesperado. Como en la canción de Juan Manuel Serrat “Aquellas pequeñas cosas”…disfrútala para inspirarte.



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