Por Adrián
Gargicevich
Los acuerdos implican cambios pero también la aceptación de
las diferencias. Las narrativas dominantes pueden conspirar con tu tarea
haciendo más difícil el diálogo de ideas.
Entender
el poder y las restricciones que se esconden en ellas será la clave para
lograr que sean los propios narradores los que se animen a fracturarlas. Si nos
oponemos directamente a una narrativa dominante, es probable que solo logremos
cristalizar la oposición. Descubre 3 opciones para evitar que las narrativas
dominantes fracturen tu esfuerzo como extensionista. Las verdaderas narrativas son fluidas y evolutivas, cada voz
debe tener su opinión. No somos lo que creemos. Las
personas merecemos respeto, las ideas deben ganárselo.
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Pero
cuando nos damos el permiso de revisar las narrativas dominantes, y comenzamos
a escuchar y entender estas “otras”
narrativas “no dominantes”, surge en
nosotros la sensación de “fractura” o
“fracaso”. Aquello que antes nos
servía para entender la realidad sin mayores esfuerzos, ahora ya no sirve y nos
deja en una situación de conflicto. A
menudo, es la propia organización comunitaria la que hace evolucionar la narrativa,
hoy en día con la aparición de redes sociales virtuales el fenómeno de ruptura
de narrativas dominante es más frecuente. A veces estas redes se constituyen
para subvertir los sistemas de creencias promoviendo la fractura.
Podemos observar esta estrategia en los movimientos en defensa del cambio
climático, en los que promueven nuevos sistemas de producción alimentaria más
amigables con el ambiente, en los que abordan la sexualidad, etc.
La
tarea de extensión muchas veces debe operar en ámbitos o temas con fuertes “narrativas dominantes”. Por ejemplo, los
procesos de producción y los modelos organizacionales suelen estar fijados como
narrativas dominantes difíciles de poner bajo análisis crítico. Cuando abordamos un tema que resulta pesado
para cambiar, que implica modificar estructuras, redibujar jerarquías, etc.,
con la idea de “imponer” una nueva forma
de entender y operar en la realidad, con frecuencia nos encontramos con
resistencias y fallas. En otro texto de este mismo blog analizamos los 3 tipos de roles que habitan estos tipos
de cambios y
los riesgos de no conocerlos para evitar
fallas en los procesos de innovación. Si queremos energizar
adecuadamente una innovación será crucial identificar quien asume cada rol de
promotor, de gestor y de proveedor, y entender como nos relacionamos
triangularmente para impulsar los cambios.
A
veces puede parecer que nuestro rol como promotores del cambio es el de “describir” la nueva narrativa y todas
las opciones de cambio que ella propone, es más, es probable que seas impulsado
a realizar esa tarea. Pero nuestro papel crucial no deberá ser ese sino el de
ayudar a entender “el poder” y “las restricciones” que se esconden en las
narrativas dominantes. Recordemos que como tales operan como pre-comprensiones
modelizantes que nos ahorran mucha energía al momento de decidir. Ya vienen
“empaquetadas” para ser usadas sin pensar mucho…
Debemos
lograr que sean los propios narradores los que se animen a fracturar las narrativas dominantes y asomarse a las
nuevas, porque si nos oponemos directamente a una narrativa existente es
probable que solo logremos una oposición que la cristalice.
Cómo evitar que las narrativas
fracturen la tarea de extensión?
La
propuesta es una alternativa a la lógica que sostiene las narrativas, en lugar
de mediar para acercar posiciones, debemos focalizarnos en las diferencias.
Abordar el vínculo desde aquello que le da origen a la separación. Las discrepancias, subliminalmente, también
gestan las condiciones y las oportunidades del cambio.
Las
evidencias a veces son dejadas de lado a la hora de tomar decisiones o de
formarnos una imagen del mundo. Son
necesarias pero no suficientes para fijar creencias. Recordemos que al menos
conviven en nosotros 4 métodos para fijar creencias y que el dato o la evidencia
que sustenta el método científico (la última forma creada por el hombre para
fijar creencias), no necesariamente es la condición indispensable para el
cambio.
Para
abordar el vínculo desde aquello que separa las narrativas habrá que habilitar
conversaciones. Necesitamos lograr que los que piensan distinto entablen conversaciones amplias honestas, más profundas.
Pero generalmente no nos enseñan a conversar con los que piensan diferentes a
nosotros. Estamos acostumbrados a propiciar conversaciones con los que piensan
como nosotros, alimentando el “tribalismo”
como estrategia de protección social. La “tribu” es un lugar seguro para usar el
método crítico, allí nos sentimos más seguros de abrirnos al razonamiento,
si nos equivocamos nos corregiremos en confianza sin riesgos de sufrir
penalizaciones sociales. Pero la tribu protectora, también acentúa efectos
indeseados, por ejemplo las opiniones se vuelven extremas y homogéneas, al
punto que suelen convertirse en espacios donde no es necesario pensar.
Por
ello, cuando intentamos conversar con quien piensa diferente, aparecen la
discusión y la polarización. Nuestras opiniones
dejan de ser provisorias y se convierten en inamovibles, dilemáticas, el
diálogo desaparece, el acuerdo es imposible y surgen la agresión y la desconfianza.
No
todas las opiniones nacen de igual forma, pero cuando éstas se transforman en
parte de lo que somos, la necesidad de proteger nuestra integridad nos lleva a defender
las opiniones que nos contituyen. Cuando esto ocurre no pensamos algo, “somos” ese algo.
Cuando
nos callamos y no opinamos en un entorno desconocido, cuando leemos un clima de
agresión ante las opiniones diferentes, cuando tenemos temor a una posible
penalización social por no coincidir, cuando alguien levanta la voz como señal
de diciplinamiento, estamos ante la evidencia de que el vínculo se construirá
desde el “ser” y no desde el “opinar”. Entonce abandonamos la
conversación en silencio.
La
imposibilidad de dialogar hace que el número de voces disminuya y se confunda “silencio” con “asentimiento” creándose una ilusión de consenso. Cualquier otra
opinión será disonante, ajena y deberá ser eliminada. Pero si no nos expresamos
porque nos sentimos alienados, o expulsados, no estaremos participando de la
toma de decisiones.
El
problema se transforma entoces en un dilema:
A- Comparto mis ideas despreciando
las otras
B- Permanezco en silencio
Para
escapar de esta encrucijada necesitaremos distinguir lo “que creemos”, de la forma en
“cómo lo creemos”. Desdoblar lo que
somos de lo que creemos. Alejarnos de la protección de la “tribu” puede ayudarnos. Superar el modo tribal más allá de lo que
pensemos, quizás nos permita encontrar más cosas en común con quienes piensan
distinto, pero quieren conversar, que con
los que comparten con nosotros pero son intolerantes.
Si
somos capaces de conseguir que un grupo logre reconocer este desdoblamiento reaparecen
los matices y las conversaciones se volverán posibles. Podremos obtener acuerdos a pesar de nuestras
diferencias. No se trata de evitar el conflicto, o que los consensos decanten
en cualquier lugar.
3 sugerencias que pueden ayudar.
1-
Buscar y promover el pluralismo de manera activa. Así el disenso se vuelverá
visible y lo podremos “incluir” para
lograr el acuerdo.
2-
Crear un entorno para poder hablar sin sentir que se nos penaliza socialmente y
que nos permita escuchar voces que no nos gusten. Hay que encontrar las mejores
maneras para estar en desacuerdo. Conversar no es esperar el turno para hablar,
es escuchar activamente para entender al otro (repreguntar ayudará).
3-
Separar las ideas de las personas. Las ideas crecen, se reproducen y mueren a
partir de las relaciones entre las personas. Si se tribaliza el encuentro, una idea crítica
para la mayoría puede hacer que la persona que la sostiene se sienta amenazada.
Ante estas situaciones no podremos mejorar las ideas. Necesitamos debatirlas
para que sobrevivan las mejores.
Los acuerdos implican cambios pero también la aceptación de
la diferencia. Las verdaderas narrativas son fluidas y evolutivas, y cada
voz debe tener su opinión. Las personas merecen respeto,
las ideas deben ganárselo.
Bibliografía
consultada
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