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miércoles, 7 de agosto de 2024

Las expectativas en la comunicación

 Por Adrián Gargicevich

Si intentas modificar o cambiar algo solo sobre la base del discurso deberías recordar esto. Las distancias entre lo que pienso y lo que la gente entiende de mis ideas pueden ser abismales.

La capacidad de la escucha “activa” se está convirtiendo en un valor escaso. Inmersos en un entorno de “infoxicación”, cada vez con más frecuencia optamos por “suponer”, antes que conectarnos enactivamente.

En este post encontrarás algunos datos útiles y algunas sugerencias, para pensar estrategias metodológicas que te ayuden a correrte del discurso, como opción central para la trasformación. Una situación muy frecuente que nos deja muchas veces en el terreno de las frustraciones.

Las expectativas en la comunicación


"La madre de la frustración es la expectativa"

Esta conocida frase, bien puede ser aplicada a los procesos de comunicación. Cuando nos comunicamos, aunque la mayoría del tiempo no lo racionalizamos, ponemos en juego una expectativa. La expectativa de “cubrir un hueco” de información.

Pero las dimensiones y características de ese “hueco”, por cierto imaginario, normalmente no entra en la negociación entre las partes que se ponen en contacto en el acto comunicativo. Y es que no muchas veces se concibe a la comunicación como un acto de negociación de sentidos. Una negociación que opera en varias dimensiones a la vez, no solo desde la dimensión informativa.

La comunicación es un espacio relacional para la transformación mutua, y no un mero acto de información.

Si al desarrollar una comunicación, solo ponemos el foco en la dimensión informativa, para completar un hueco imaginario, quedaremos en un territorio minado por la expectativa. La expectativa de que no haya diferencias entre lo que pienso, lo que puedo poner en palabras, lo que comunico a otros, y lo que los otros entiendan. Un derrotero en el que las diferencias crecen a medida que nos alejamos de lo que reside en nuestra mente.

Si la comunicación es mediada principalmente por la palabra, tenemos la tendencia a suponer que el “otro” entenderá lo que tengo en mi cabeza y reaccionará acorde a nuestro parecer. Esa expectativa prejuiciosa termina alejándonos, frustrándonos cuando no ocurre lo que pensamos. Nos deja en un terreno de ignorancia, en el que no podemos explicarnos por qué no nos entendimos. Y es que como dicen, el “prejuicio muchas veces es el disfraz de la ignorancia”.

Para revertir este estado de “ignorancia” debemos primero reconocer que la “comunicación” es un espacio relacional para la transformación mutua, y no un mero acto de información. Ser conscientes de que es un proceso en la acción, que se va transformando mientras ocurre, obliga a estar en un “tono” de atención activa, que reconozca y reaccione frente a las modificaciones constantes que se dan en el proceso. Nada simple, pero nada más efectivo si queremos reducir las brechas entre lo que pienso, lo que digo, lo que se acuerda y lo que se entiende.

Por cierto, en este texto están “ocurriendo” esas diferencias. Soy consciente de ello, pero lo hago como un disparador que nos permita iniciar algún espacio de transformación mutua. El silencio me dejaría en un espacio de seguridad que no me permitiría avanzar. Prefiero exponerme. Quedo a la escucha de tu visión en comentarios.

La comunicación activa requiere un cambio de patrones de acción.

Para valernos de la comunicación activa debemos dejar de lado los supuestos que imaginamos al comunicarnos y entrar en el entorno de las negociaciones de sentido. Dejar de pensar que la otra persona tiene que interpretar lo que yo espero de ella. Por ello será central que en el proceso de comunicación seamos capaces de marcar nuestros límites en relación con el tema, y conocer y respetar los límites de los demás.

Cualquier acuerdo o negociación de sentido solo se circunscribirá a eso, y no tenemos que caer en el supuesto de que todo el proceso que nos permitió a nosotros lograrlo, habrá ocurrido de la misma manera en la otra persona. Somos sujetos individuales, y por tanto diferentes en historia, valores, cultura, deseos, experiencia, etc. Y estas diferencias son un elemento central para entender lo que ocurre en la comunicación.

La consideración del “otro” en el proceso de negociación de sentidos (comunicación) es la clave para focalizarnos en la acción durante el proceso de intercambio. Entender que está ocurriendo en ese acto, qué dimensiones están en juego, nos permitirá adecuar nuestro aporte en el proceso. Deberemos valernos de la “empatía” y proponerla como estrategia entre todos los que participamos de ese espacio de negociación de sentidos.

La comunicación activa es una forma diferente de abordar la comunicación que nos obliga a poner el “foco” de atención en el proceso, mucho más que en el contenido (información) que nos reúne. Una forma de estar presentes y atentos a las recciones y acciones (enacción). Porque lo que allí va ocurriendo, afecta el proceso y muta a cada instante para darle una nueva “forma” que necesitamos reconocer. Una capacidad de estar presentes que requiere de entrenamiento si no estamos acostumbrados. Porque si no estamos en sintonía con el propio proceso de comunicación los “supuestos” se acrecentarán y las expectativas no se harán presentes.

Cómo orientar nuestros patrones de acción hacia la comunicación activa

A continuación, dejamos algunas sugerencias que pueden servir para comenzar a ejercitar patrones de acción que habiliten procesos de comunicación activa. El listado es inicial y solo pretende poner en contexto la complejidad de los procesos psicosociales que se disparan al vivir las interacciones interpersonales. 

- Todos somos partícipes y causantes. Lo primero que debemos reconocer es que nadie tiene culpa en el proceso de construcción de expectativas erróneas en los procesos de comunicación, todos somos partícipes y causantes. Todos somos afectados. Poder explicitar y considerar esta situación nos permite reducir angustias si no sabemos movernos en la comunicación activa. Incluso para los más avezados, estar consciente de esta condición en el proceso de comunicación es una opción compleja, dado que siempre puede ser eclipsada por el efecto de las emociones que se ponen en juego.

- Fomentar y ejercer la autocrítica. Acepta los errores durante el proceso, corregirlos y aprovecharlos para aprender y crecer, será una acción que debemos ejercer y fomentar entre los participantes. Explicitar esta condición ayudará a mantener el intercambio abierto. Una condición que suele obturarse si solo pensamos que el error está “del otro lado”.

- Desarrollar un protocolo de comportamiento. Si no conoces o practicas la comunicación activa, un pequeño protocolo personal escrito, puede guiarte en el comportamiento personal durante la acción de comunicación. La idea de tener un protocolo de pasos claves suele ayudar a dominar las emociones que estarán en juego, muchas veces quitándonos el control del proceso. Este protocolo te ayudará a dar cuenta de que eres quien activa la comunicación. Nadie tiene por qué conocerlo. Es una herramienta tuya y que vas a usar cuando la necesites. Anota con frases “lo que quieres” o necesitas; “lo que esperas” que ocurra en la acción comunicativa, y lo que les vas a “pedir a la otra parte”. Minimiza los espacios en blanco que te ofrece tu cerebro, el otro no es adivino y no tiene por qué interpretar tus vacíos.

- Retroalimenta y revisa el proceso a cada instante. Recurre a la estrategia de crear bucles de retroalimentación. Pequeños espacios durante el proceso, que permitan aclarar y profundizar lo que se está intercambiando. Estos espacios servirán para revisar y compartir las preocupaciones y expectativas que se van poniendo en juego durante el intercambio. La frecuencia y duración de estos serán particulares para cada acción de comunicación, cuanto más compleja la temática en juego, más frecuentemente usaremos esta estrategia.

- Reconocer nuestra brecha de atribución de cambio. Cuando nos comunicamos esperamos lograr una transformación en la otra parte. Pero para que esa transformación perdure en el tiempo, será necesario que sea recordada. En este sentido nuestra capacidad, o “atribución” de cambio, estará limitada también por la forma en que se construyen esos recuerdos. Los estudios de psicología de   Argyle, M y otros (en 1970) muestran que lo que se recuerda, depende: 7 % del tema, 38 % del tono de voz y 55 % de los gestos. Por lo tanto, debemos tener en cuenta que el efecto de una comunicación depende del “tema”, pero mucho más del “cómo”. Agudiza tu ingenio para explorar formas memorables en tu comunicación.

- Construir espacios seguros para el intercambio. Construir un espacio seguro en la comunicación implica fomentar un ambiente de respeto, empatía y aceptación, donde cada individuo se sienta valorado y libre de juicios. Esto permite la expresión auténtica de ideas y emociones, promoviendo un diálogo abierto y sin temor a represalias o críticas destructivas.

4 sugerencias como guía operativa resumen

Para fomentar una comunicación activa, aquí tienes cuatro sugerencias:

  1. Escucha activa:
    • Presta atención plena a quien habla, sin interrupciones.
    • Haz preguntas clarificadoras para asegurar que has entendido bien.
    • Usa lenguaje corporal positivo (asentir con la cabeza, mantener contacto visual) para mostrar interés.
  2. Retroalimentación constructiva:
    • Proporciona comentarios claros y específicos.
    • Enfócate en los comportamientos y hechos, no en la persona.
    • Ofrece sugerencias de mejora de manera positiva y respetuosa.
  3. Empatía:
    • Trata de entender las emociones y perspectivas de los demás.
    • Expresa comprensión y validación de los sentimientos ajenos.
    • Usa frases como “Entiendo cómo te sientes” o “Puedo ver por qué piensas eso”.
  4. Claridad y precisión:
    • Sé claro y directo en tu comunicación, evitando jergas o términos confusos.
    • Organiza tus pensamientos antes de hablar o escribir.
    • Resume puntos clave y verifica la comprensión con los interlocutores.

Implementar estas prácticas puede mejorar significativamente la calidad y efectividad de la comunicación en cualquier contexto.

¿Abrimos el intercambio?

Queda abierto el espacio de comentarios para el intercambio. No necesitas coincidir con las ideas y propuestas, pero de seguro, si llegaste hasta aquí algo debe haberte movilizado. Puedes dejarlo “allí adentro” o usar este espacio como una oportunidad para que practiquemos la comunicación activa.

Los procesos de comunicación son condicionados por el entorno donde ocurren. Por cierto, desde este texto escrito y en formato asincrónico, el proceso no necesariamente fluirá como puede ocurrir en la presencialidad y mediante la oralidad. No obstante podemos intentarlo…eso si…si no te sientes oprimido por el formato.

Tal vez haciendo memoria de alguna situación vivida, donde recuerdes que la comunicación no fue activa, puedas construir algunos razonamientos, o dudas, o dificultades que observas para cambiar los patrones de la comunicación, y te sumes a crear una conversación activa sobre el tema. Quedo atento a tus comentarios.

Fuentes

https://utopia-consultores.com/lo-pienso-lo-digo-lo-acordamos-lo-entiende/

Argyle, M y otros (1970) British Journal of Social and Clinical Psychology, vol 9, pag. 223-

 

Palabras claves 

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