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jueves, 12 de septiembre de 2024

¿Reaccionamos o respondemos?

 Por Adrián Gargicevich

Este artículo comienza con el desafío de responder la pregunta del título: ¿Respondemos o reaccionamos cuando las situaciones nos interpelan? En lo personal es un dilema que necesito considerar muy frecuentemente. Suelo caer en la trampa de la “reacción” rápida.

También creo que es un tema de atención para la tarea de asistencia técnica y extensión en apoyo a las innovaciones. En especial si somos capaces de aceptar que los cambios vienen de la mano de las personas, y como tales, “pegados” a posibles conflictos de intereses. Algo que, si no reconocemos y capitalizamos, puede convertirse en la llave que cierra la puerta de los procesos de innovación.

Si tienes como yo esta dificultad ante las situaciones que te interpelan, te invito a seguir el texto.

 

¿Reaccionamos o respondemos?

Cuando algo nos interpela, nos incomoda, nos cuestión en nuestras creencias, la reacción suele ser el impulso inmediato que surge. Todos tenemos momentos en los que nos sentimos abrumados. Como resultado, nuestro foco de atención está ubicado afuera, igual que un animal asustado, miramos ansiosamente a nuestro alrededor. En ese modo, a menudo reaccionamos.

Cuando reaccionamos estamos en modo de piloto automático. Por ejemplo, es muy común de que nos ocurra en redes sociales virtuales, cuando un mensaje nos conduce fácilmente a una cadena instantánea de reacciones a veces bastante extremas.

El opuesto a la reacción, es la respuesta. Responder es una acción más considerada y pensada, que surge después de habernos tomado un tiempo para procesar la situación.

La diferencia entre "responder" y "reaccionar" radica en el proceso y la intencionalidad detrás de cada acción.

  • Reaccionar: Suele ser una acción más inmediata y menos reflexiva, impulsada por una emoción o instinto en respuesta a un estímulo. Por ejemplo, si alguien nos dice algo que nos molesta, una reacción podría ser alzar la voz o defendernos rápidamente sin pensar mucho en las consecuencias.
  • Responder: Implica un proceso más consciente y deliberado. Al responder, tomamos un momento para reflexionar sobre lo que ha sucedido, considerar nuestras emociones, y decidir cómo queremos actuar o qué queremos decir. Responder nos permite elegir una acción o palabras que sean más alineadas con nuestros valores y objetivos a largo plazo.

Comparto aquí este tema, porque en mi caso personal, este dilema me ha puesto en situaciones críticas en más de una oportunidad. Y no me resulta fácil dominar las opciones. Por ello me pongo a la tarea de “escribirlo” como un acto más “egoísta” (para recordarlo y tratar de aprenderlo) que como una sugerencia para ti que lo estás leyendo o escuchando.

Por ello, si eres capaz de dominar este “dilema”, tal vez no sea necesario que sigas con la lectura o la escucha. En tal caso, ¡FELICITACIONES…te envidio sanamente! Ahora, si ere de los míos, sigue la lectura o la escucha, trataré de fundamentar para aprender, y de paso ayudarte.


Puntos claves

Reaccionar o responder, suele marcar grandes diferencias en los resultados que logramos en nuestro devenir. A continuación, dejo un acotado análisis de 4 puntos claves que se ponen en acción cuando nos encontramos frente al dilema de reaccionar o responder, y que nos permitirán armar algunas sugerencias prácticas para enfrentar estas situaciones.

1- La semántica y su efecto sobre la percepción. Las palabras son herramientas poderosas que influyen en cómo percibimos e interpretamos el mundo. Si bien en el diccionario “reaccionar” y “responder” pueden aparecer como sinónimo, su raíz lingüística es diferente. La raíz latina de reaccionar es "devolver, hacer, realizar", implica que se están tomando medidas en contra de alguien o algo. Por el contrario, la raíz latina de responder es "vuelta, respuesta" implica que estás respondiendo a alguien o algo, generalmente con palabras. Las diferencias semánticas pueden parecer sutiles, pero en realidad generan efectos distintos en nuestras interacciones y decisiones. 

Las palabras también nos ayudan a nombrar y definir lo que vivimos: lo que pensamos, sentimos, hacemos y cómo nos relacionamos con los demás. Por eso, al hablar o escribir, es importante elegir palabras claras que describan bien lo que queremos expresar.


2- Reacción instintiva. Las reacciones instintivas tienen origen en la amígdala del cerebro, la parte más profunda, y por tanto más antigua de su evolución. Los humanos hemos evolucionado durante millones de años para reaccionar instintivamente a las situaciones, impulsados por el instinto de supervivencia. Hace 250.000 años, cuando éramos homo sapiens en las sabanas africanas, no había tiempo para reflexionar antes de actuar, ya que eso podía resultar en la muerte. La amígdala era la principal guía, desencadenando respuestas de lucha o huida, lo que aumentaba nuestras probabilidades de sobrevivir y propagar la especie, mientras que la corteza cerebral tenía un rol menor en ese proceso. Aunque útil en el pasado, este tipo de reacción no es eficaz en situaciones complejas del mundo moderno, donde la supervivencia física ya no está en riesgo como antes. Ahora está en riesgo la supervivencia psicológica (identidad, autoestima), por lo que, la “reacción” nos deja casi siempre mal posicionados. 

Los instintos actuales de supervivencia incluyen el perfeccionismo, el miedo al fracaso, la necesidad de control, la necesidad de complacer, entre otras estrategias que protegen nuestra supervivencia psicológica. Debido a las complejidades de la vida actual, reaccionar con base en nuestros instintos primitivos rara vez conduce a resultados positivos.


3- Respuesta deliberada. Las respuestas deliberadas se originan en la parte frontal de nuestro cerebro. Posicionada en la corteza cerebral, y por tanto de aparición más reciente en la evolución del cerebro humano. En esta región se gobierna el “funcionamiento ejecutivo", que está asociado con la memoria, el análisis, la planificación, la resolución de problemas, la ponderación de riesgos y recompensas, la consideración de costos y beneficios, la toma de decisiones, por nombrar algunas. Al “responder” activamos nuestra corteza en el cerebro, donde se elaboran y se procesan los desafíos más complicados y comunes del actual siglo XXI. 

Responder involucra un proceso más consciente, activado por la corteza prefrontal, que permite analizar, planificar y tomar decisiones meditadas. Este tipo de respuesta es más apropiado para el contexto actual, produciendo mejores resultados. 


4- Proceso de respuesta consciente: Aunque nuestra amígdala todavía ejerce una influencia indebida sobre nuestro pensamiento, emociones y comportamiento, la corteza prefrontal, nos permite anularla en muchas situaciones, incluidas las estresantes. Pero para ello se requiere de la fuerza de la corteza prefrontal, que implica activar la conciencia, la determinación y disponer de tiempo para que nuestro cerebro evolucionado anule nuestro cerebro primitivo. Solo así la “respuesta” servirá de mejor manera a nuestros intereses y objetivos, frente a las situaciones estresantes del mundo complejo en el que vivimos.

Para evitar reacciones automáticas, se recomienda: a- Identificar las situaciones desencadenantes; b- reconocerlas cuando ocurren; c- pausar antes de actuar para dar tiempo a que la corteza prefrontal asuma el control; y d- tomar decisiones deliberadas que conduzcan a mejores resultados.


90 segundos son la clave: pasos sugeridos

Si debes enfrentar una situación estresante, y alcanzas a activar tu conciencia para responder en lugar de reaccionar, te sugiero transitar estos pasos que pueden ejecutarse en 90 segundos. Un tiempo suficiente para que la corteza frontal de tu cerebro cree las respuestas adecuadas, que le ganen a la generación de reacciones que provendrán de la amígdala. 

Cuando nos detenemos un momento, reflexionamos sobre la situación, pensamos en como queremos responder y lo hacemos, logramos desactivar el impulso de la amígdala. La corteza prefrontal toma el mando y podemos elaborar una respuesta.

La mejor forma de administrar estos 90 segundos incluye estos pasos:

·         Respira profundo, eso oxigenará tu cerebro ayudándolo a procesar su tarea.

·         Resiste la tentación de actual impulsivamente. Este impulso provendrá de la amígdala de tu cerebro y si logras detener el impulso habrás pasado el mando a la corteza.

·         Nombra para ti mismo como te sientes. Reconocer las emociones que provienen de la amígdala te dará la llave de cierre de su impulso.

·         Recuerda dejar de lado el ego, trata de recordar cómo es que actúas cuando eres humilde con los demás.

·         Piensa en las consecuencias de reaccionar en el momento.

Ahora sí, puedes responder.

El dominio de esta estrategia de 90 segundos es algo que estoy practicando. No es fácil de lograr, pero se puede, he podido resistir la tentación de reaccionar y pasarme a la respuesta. Hay que practicar…eso si. Al igual que cualquier cambio, pasar de ser alguien que principalmente “reacciona”, a ser alguien que “responde” requiere tiempo y esfuerzo. Por lo tanto, ten paciencia contigo mismo.


Bonus Track

Si quieres estar atento para evitar las reacciones automáticas, usando la técnica de los 90 segundos, será bueno también ser capaz de ejercitar la identificación de situaciones desencadenantes. Para practicar, puedes hacerlo recordando situaciones vividas, u observando cómo se desarrolla en los vínculos entre otras personas. Esto te dará la gimnasia suficiente para reconocerlas en tus propias situaciones.


Palabras Claves

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Bibliografía utilizada

Strategic guidance for ambitious companies https://www.linkedin.com/in/jeroenkraaijenbrink/

La diferencia entre reaccionar y responder https://www.psychologytoday.com/ar/blog/la-diferencia-entre-reaccionar-y-responder


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